jueves, 18 de julio de 2013

¿Qué pasa si su amor es tortuga y el tuyo caballo de carreras?

Hay amores y amores. Hay amores fugaces como las estrellas. Otros crecen lento y tienen raíces profundas. Los hay como los juncos, flexibles para aguantar el vendaval. Hay amores testarudos y amores infantiles. Hay algunos que son atrevidos y otros tan tímidos que por no hablar no llegan ni a existir. Hay también amores a los que le gusta estrellarse en el firmamento como estrellas que dejan esquirlas en el cuerpo, y otros que navegan mansos y llegan a buen puerto. Hay tantos amores como personas, tantas formas de amar como segundos. Porque cada amor es un mundo diferente. Qué digo un mundo! Un universo. Cada amor tiene su propia historia, su propio atlas, sus volcanes y sus terremotos, sus primaveras y sus otoños. 

Cada amor crece de una forma distinta y por eso, en el amor, nunca hay que pedir consejo. Porque cada uno habrá amado de una manera. ¿Y qué pasa si su amor era tortuga y el tuyo caballo de carreras? Que un consejo mal dado hará que nunca llegues a la meta. Así que en el amor, como en la vida, lo mejor es que cada uno escriba su libro de instrucciones. Al amor hay que cuidarlo y hacerlo crecer, y cada uno sabe con que herramientas, con que piezas. 

A mi amor, por ejemplo, le encanta crecer a base de besos y palabras. Y a veces me pide, caprichoso, que le regale algún que otro sueño para jugar. Yo acepto el trato sólo con una condición.

"Por favor, amor, nunca dejes de soñar".

Inconclusa (@Inconclusa_)

miércoles, 10 de octubre de 2012

Soy


Soy un poco esto y un poco aquello.Un poco nostálgica y un poco feliz.Soy bachata,tango,rap y Sabina.Soy a veces bizcocho de melocotón y nata y a veces arepa. Soy vestido y tacones o sudaderas XXL. Soy la tímida que no se calla y la reservada que hace teatro.Soy la calma del monte en silencio y el ruido de las olas al romper contra las rocas.Soy lo antiguo de la aldea y la velocidad de la ciudad.Soy
 la nostálgica del futuro y la que sueña con el pasado.A veces recuerdo con banda sonora y dejo el presente en silencio.Soy tan contradictoria como mis pensamientos,tan cambiante como mis gusto musicales.Tan inestable como las barcas pequeñas en la tormenta.Es tan fácil quererme como odiarme,tan fácil que quede grabada como que me olviden...

lunes, 17 de septiembre de 2012

Suavecito (A ti)


Ella tenía miedo al compromiso,
y él un pánico desmesurado a la soledad,
y un día, sin planearlo, se encontraron jugando a amar.


Quererte fue tan fácil como respirar.

Apareciste de la nada, entre recuerdos con olor a viejo y a infancia, y quisiste formar parte de mi vida. Lo hiciste, como dice la canción, “suavecito”, poco a poco, para que yo no me diera cuenta de esa intrusión en mi universo privado. Dije desde un principio que me gustaba la soledad. O más bien, que tenía miedo a vivir acompañada. En compañía las cosas son más difíciles, siempre hay que contar con opiniones ajenas, actuar con el cuidado del que no quiere herir a nadie. Intenté apartarte, como había hecho con otros antes, para no cogerte cariño. Pero eras tan testarudo, tan obstinado…
Tú también me dijiste que no querías compañía. Muchos desengaños te habían dejado el corazón roto y el alma cuarteada. Sin embargo, necesitabas desesperadamente sentirte arropado. Rechazabas las cuerdas pero ansiabas cariño. Me decías que aquello era sólo un pasatiempo pero luchabas porque durase. Estuviste ahí, en cada crisis existencial de esas que me dan, para decirme que no pensase, que me dejase llevar. Escuchaste todas mis dudas, todos mis miedos, y cuando me mantuve en silencio me tiraste de la lengua, para que soltara todos aquellos anhelos que tenía incrustados en el fondo del corazón. “Suavecito” fuiste haciendo que me dejara llevar. Serviste de bálsamo para mis heridas, pero fuiste lo suficientemente inteligente como para no hacerme la vida fácil. Me hiciste dudar justo en los momentos oportunos, para que no diera todo por hecho.

Un día, sin quererlo, nos encontramos jugando a amar. Y se me dibujaron sonrisas permanentes en la cara, y tus caricias se hicieron más suaves, más profundas. Intentamos resumir en “te quieros” sentimientos que desbordaban el alma, y como no lo conseguíamos, cubrimos nuestra piel de besos. Aún así, a veces no parece suficiente para expresarlo todo. Y es entonces cuando me gustaría hacer algo lo suficientemente grande, lo suficientemente insensato, para demostrarte en un instante lo gigante de este sentimiento.

A veces hablamos de ello, de cómo surgió todo, de cómo nos hicimos necesarios el uno para el otro. Y me confiesas que nunca te habías sentido así, y yo te digo que sigo teniendo miedo, por lo desconocido de todos estos sentimientos. Te susurro que, antes de conocerte a ti, querer, para mí, significaba dolor. Tú me cuentas que por mí estás dispuesto a cambiar cosas que nunca antes te habías planteado. “¿Te he tocado la fibra, no?”. Me miras. “¿Y aún te das cuenta ahora?”

Aprendí a quererte como un pez fuera del agua. Yo sólo sabía respirar a bocanadas. Tú me enseñaste a hacerlo “suavecito”.